PARQUE NATURAL SAJA – BESAYA “El Reino del claroscuro” Un mundo de mágicos bosques, piedra y agua conforman las 24.500 Has. de este Parque Natural, situado en la zona centroccidental de la Comunidad Autónoma de Cantabria, toma su nombre en las importantes cuencas hidrográficas de los ríos Saja y Besaya, constituyendo uno de los parajes más bellos y fértiles en fauna y flora de la geografía nacional UN MOSAICO DE PAISAJES. El viajero que visite este Parque Natural, deberá tener en cuenta las altitudes que está dispuesto a salvar, ya que estas oscilan considerablemente desde su vertiente Noroeste, en que las altitudes máximas las alcanza el Mozagro con sus 869m. hasta la vertiente suroccidental en que se alcanzan los 2084 m. del Ijan. Es por ello que a la hora de adentrarnos en el mismo, deberemos tener presente que los cambios de tiempo a determinadas alturas se manifiestan de manera más rigurosa, por lo que deberemos pertrecharnos con las prendas adecuadas para no ser sorprendidos por alguna tormenta inesperada. En los tramos medios del río Saya y al abrigo de importantes formaciones boscosas como el monte Ucieda, podremos caminar sin ninguna dificultad por sus pistas forestales, las cuales nos permitirán ver a uno y otro lado una amplia red de regatos y vallejas, fruto de las frecuentes precipitaciones que se localizan en esta zona. Avanzando en dirección sur y llegados al Pueblo de Bárcena Mayor, nos encontraremos con la cuenca del río Argoza, una de las más amplias del Parque y a la que vierten sus aguas un buen número de montes entre los que se encuentra el monte de Fuentes, en cuyas laderas se asientan importantes hayedos, arropados en sus cumbres por acebales que marcan la transición a grandes praderías, las cuales acogen cada primavera a gran cantidad de ganado vacuno y caballar. Esta cuenca cuya ruta a pié se describe más adelante, nos sorprenderá en el sitio conocido como Hoyo de la Arbencia, en la que una espectacular cascada aturdirá nuestros sentidos, sobre todo si la visitamos en la estación primaveral, cuando su caudal se ve aumentado considerablemente debido a las aguas que procedentes del deshielo recogen a su paso los arroyos Hormigas y el Fuentes. Una vez llegados a la cabecera de esta cuenca y con el Puerto de Palombera junto a nosotros, podremos contemplar unas magníficas vistas de los valles de Saja y Cabuérniga, así como los montes que delimitan el Parque en su extremo suroccidental, el Ijan y el Cordel (2040 m.) en los que las nieves se aferran a sus cumbres durante buena parte del año. A sus pies, descubriremos más de 2000 has. de pastizales conocidos como los "Puertos de Sejos", en ellos cada primavera multitud de ganado de los Valles colindantes, pasará el verano nutriéndose en sus pastos. En los días más tórridos del verano y cuando el sol aprieta en la zona conocida como "Los Cantos de la Burrica", el ganado busca refresco en los denominados "mediajos", estos son las pequeñas elevaciones que tiene el terreno y sobre los que llama la atención descubrir, a un numeroso grupo de vacas inmóviles, para refrescarse con las corrientes de aire que en ellos se generan. Sejos es sin duda la zona más emblemática del Parque, en ella se han inspirado poetas y artistas describiendo sus encantos, los cuales ya en otro tiempo, hace más de tres mil años, debieron descubrir también los pobladores que dejaron sus vestigios en la zona, como así lo demuestra la existencia de varios menhires grabados en el sitio conocido como "Piedra Hinca", los cuales según cuentan los lugareños fueron concebidos por el hombre primitivo para señalar a la posteridad las fuentes del nacimiento del río Saja, si bien es sabido que las primeras aguas del Saja, tienen su origen en dos ríos el Diablo y el Infierno, nombre con que la sabiduría popular los ha bautizado, para reflejar en ellos la rudeza del lugar por el que discurren sus frías aguas, hasta que se encuentran en "Tramburrios" donde el Saja recibe su nombre, para seguidamente precipitarse hasta el "Pozo del Amo" en el Puerto de Palombera. EL BOSQUE SU PROTAGONISTA PRINCIPAL Uno de los principales atractivos que encontraremos en este Parque son sus bosques, los cuales ocupan aproximadamente un sesenta por ciento de del territorio protegido. Los hayedos son las formaciones boscosas que mejor se conservan en este enclave, ya que al encontrarse situadas en los lugares más sombríos y menos accesibles de las montañas, las han mantenido inalteradas por su escaso interés para ser convertidas en praderías de siega o pasto para el ganado, una buena muestra de ello lo encontraremos en la zona de Saja, donde siguiendo el curso del río Cambillas atravesaremos un sensacional hayedo, santuario para la fauna silvestre y en el que no nos será complicado observar a alguno de los muchos moradores que pueblan su espesura. Si lo que deseamos es contemplar bosques de roble, nada mejor que dirigir nuestros pasos al Monte Ucieda o Río de los Vados , su singular belleza lo han convertido en una de las zonas más visitadas dentro del Parque Natural. En ella al abrigo de árboles centenarios, disfrutaremos de una importante área de recreo conocida como "La Campa de Ucieda", equipada con todo lo necesario para disfrutar de una completa jornada de campo. Otro gran protagonista dentro del Parque es el acebo, este arbusto que aquí adquiere porte de árbol, viene a conformar lo que denominamos bosque de cinturón supramontano, su distribución la encontramos preferentemente en alturas comprendidas entre los 1000 y 1300 m.. en áreas como Bustandrán, Bucierca y Palombera, desempeñando un papel primordial durante la estación invernal, puesto que una variada comunidad de animales, aprovechando su espesa cobertura, disfruta de una temperatura superior a la del ambiente exterior, cuando la nieve se ha adueñado de estos parajes. LA CANAL DEL INFIERNO (TERRITORIO DE LEYENDA) No debemos dejar de visitar el recóndito bosque de roble albar que se encuentra en el lugar conocido como Tramburrios, en cuyas espesuras, según cuenta la leyenda, tiene su morada el gigante Ojancano, al que durante la noche, la mítica vampira Lumia, lustra con grasa de oso su larga cabellera rubia. LAS CUATRO ESTACIONES El bosque es el verdadero artífice de este espacio, su ritmo cromático marcará la belleza caracterizadora de cada una de las estaciones del año. El otoño es indescriptible en los hayedos de Fuentes tapizados de arandaneras, y en los que el dominio de los ocres mostrarán todos los matices imaginables. Cuando la primavera apunta en la yema de los robles y los picapinos tamborilean en sus árboles favoritos, es igualmente inolvidable. El verano nos muestra la calma, el sesteo del corzo al abrigo de las sombras, y por último cuando las cumbres del Ijan y el Cordel comienzan a blanquear, será la señal inequívoca de que el invierno está al llegar y como cada año teñirá con su manto blanco, estos paisajes de ensueño. |